Los futuristas...
George Orwell y Ray Bradbury. En sus páginas imaginaron el mundo porvenir.
George Orwell fue el seudónimo del escritor de origen indio Eric Blair (1903-1950), policía colonial en Birmania, combatiente en favor de la República en la Guerra Civil Española y ganador de su pan a fuerza de mil y un oficios. En 1945 se bautizó como escritor y sacudió el mundo político con su novela Rebelión en la granja, durísima sátira sobre el estanilismo. Pero aún faltaba la gran vuelta de la tuerca: cuatro años después publicó 1984, paradigmática novela contra el totalitarismo de cualquier signo. En ella, una sociedad automatizada vive regida por el Hermano Grande, una especie de brutal e invisible deidad que todo lo vigila, todo lo sabe, todo lo ordena y lo rige. La vida privada a desaparecido. Cualquier intento de rebeldía se paga con la cárcel o la muerte. El Hermano... es dueño de cuerpos y almas. La inquietante 1984 fue muy pronto best-seller, llegó al cine, y estuvo vigente por décadas. Al llegar el verdadero 1984, muchos creyeron que Orwell no tenía razón. Pero muchos otros vieron (y ven) al Hermano... bajo otras formas: los servicios de inteligencia, el refinado espionaje electrónico , el poder de los satélites.
Ray Douglas Bradbury (1920-2012) nació en Illinois. Empezó a desgranar sus inquietantes historias de ciencia ficción en revistas semanales, pero en 1950 dejó de ser un casi anónimo para convertirse en un fenómeno de la literatura: publicó Crónicas marcianas, una serie de apasionantes cuentos sobre la colonización de Marte a manos de los hombres. Sus formidables argumentos no son más importantes que la bellísima factura literaria con que están escritos: Bradbury es, ante todo, un poeta... La edición argentina de Crónicas... mereció un erudito e inolvidable prólogo de Jorge Luis Borges: doble consagración. Allí, Borges confiesa su asombro y reverencia ante la "más terrible de esas historias": el cuento La tercera expedición, donde el terror adquiere formas bucólicas e inocentes para estallar de modo asombroso en las últimas líneas. Otros títulos célebres: Fahrenheit 451 (con puntos de contacto con 1984), El hombre ilustrado y Las doradas manzanas del Sol.
Nadie sabe todavía con qué van a encontrarse los primeros hombres en Marte. Sin embargo, más allá de esa realidad, "Marte será siempre -en algún sentido- ese planeta de arenas azules y ciudades ajedrezadas que imaginó Bradbury en el largo tedio de sus domingos americanos", como escribió Borges.
ORWELL
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Muchos ejemplos de 1984 padeció el mundo. El fascismo, el delirio criminal de Adolf Hitler, la revolución cultural de Mao y el comunismo soviético no fueron sino brutales aproximaciones (o variantes) de esa sociedad mecanizada y depersonalizada que el Hermano Grande regía a través de sus implacables pantallas de televisión al revés: no para mirar, para ser mirado. En ese sentido, la famosa novela de George Orwell está muy lejos de ser ficción: se convierte casi en un documento realista de algunas monstruosidades del siglo XX y del presente.
BRADBURY
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El gran sueño de Ray Bradbury (la colonización de Marte a manos de los hombres) dejó de ser una fantasía literaria. Los últimos informes dicen no sólo que la empresa es posible: fijan el descenso de la primera nave (o naves) para las dos primeras décadas del tercer milenio. Entonces, El planeta rojo entregará sus últimos secretos. Es posible que los astronautas colonizadores entren en un mundo muy diferente del urdido por Bradbury. Sin embargo, Crónicas marcianas jamás quedará devaluado. Porque ninguno de esos colonizadores podrá narrar su aventura con la misma belleza. Su crónica será acaso una lección de periodismo, nunca de poesía.


