Clásicos. Herederos de las antiguas Grecia y Roma. Cada uno con su música y su estilo.
Los alemanes
El Hermann Hesse de El lobo estepario y el Heinrich Böll de Opiniones de un payaso son esenciales. Pero no menos lo es el Günther Grass de El tambor de hojalata: uno de los más feroces -y bellos- documentos literarios contra el horror nazi. Fantástico y realista, toda su obra ronda en torno de Alemania, su miseria y su tragedia.
Günter Grass: Hermann Hesse:
un tambor que no calla. ¿Quién no leyó Demián?
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Los ingleses
Inagotables. Así, al azar: el estremecedor teatro de Harold Pinter. Los poemas de T.S. Eliot (T.S.: Thomas Stearns). El Graham Greene de El poder y la gloria. El genial Malcolm Lowry y su novela clave: Bajo el volcán. Chesterton y Saw, claro. Edward Morgan Forster y su inquietante Pasaje a la india. Y Aldous Huxley y sus fundamentales Viejo muere el cisne y Un mundo feliz. Inmortales...
Aldous Huxley. Conmovió con Las puertas de la percepción. |
Los italianos
Llevan al Dante en su mochila. Vaya peso... Y vaya legión. Alberto Moravia (La romana). Vasco Patrolini (Crónica de los pobres amantes). Cesare Pavese (El oficio de vivir y Trabajar cansa). Italo Calvino (El barón rampante y Si una noche de invierno un viajero). Dino Buzzati, su teatro y su novela capital: El desierto de los tártaros. Antonio Tabucchi, su famosa Sostiene Pereira (en el cine, magistral trabajo de Marcello Mastroianni) y su Nocturno hindú. Ugo Betti y su punzante teatro de denuncia. Y Umberto Eco (El nombre de la rosa, El péndulo de Foucault y La isla del día de antes): un genio moderno; numen de la Universidad de Bologna (la más antigua del mundo) y capaz de una sorpresa en cada línea.
Alberto Moravia. Cesare Pavese. Antonio Tabucchi: Fuerte literatura social. Las letras militantes. a la fama con Sostiene Pereira. |
Los checos
Por supuesto, Franz Kafka. En el otro extremo del siglo, el misterioso y promocionado Milan Kundera (La insoportable levedad del ser, La broma, La vida está en otra parte, El libro de la risa y el olvido). Literatura y filosofía. Su gran tema: la búsqueda de la felicidad. El comunismo lo arrojó, exiliado, a París.
Milan Kundera: un escritor y una moda. |
Los rusos
Los españoles
En portugués
Imposible no hablar de Boris Pasternak -obligado a rechazar el Nobel- y de Alexander Solyenitsin, modelo de disidente anticomunista. Pero antes, honor a Máximo Gorki (cultivó el realismo socialista, pero con arte) y su gran novela: La madre.
Máximo Gorki y su texto clave: La madre. |
Los españoles
Vienen de Cervantes, nada menos. Se llaman Pío Baroja, Manuel de Unamuno, Ramón del Valle Inclán, Manuel Vicent. Más cerca en el tiempo, Miguel Delibes, Rosa Chacel, Francisco Umbral, Antonio Gala. Y de un joven-viejo: joven en años, viejo en experiencia: Arturo Pérez Reverente, corresponsal de guerra (La piel del tambor, El capitán Alatriste) de fina pluma. Detrás tienen a Lope de Vega, a Calderón de la Barca. Por lo tanto, estaba prohibido fallar.
Arturo Pérez Reverte. Así Manuel Vicent. Clásico y moderno en la guerra como en la paz. Más que pluma, un buril. |
En portugués
No importa que Jorge Amado y Vinicius de Moraes sean brasileños y Fernando Pessoa Portugués. El idioma es el mismo. La herencia de Eca de Queiroz, también.
Vinicius será recordado eternamente por la letra de Garota de Ipanema. Pero Garota... es apenas una menguada parte de las maravillas que urdió frente a su eterno vaso de whisky.
Jorge Amado es -total y definitivamente- el Brasil. Es Doña Flor y sus dos maridos, Gabriela clavo y canela, Teresa Batista cansada de guerra. Nadie como él escribió la magia de Bahía. En cuanto a Fernando Pessoa, es la poesía absoluta. Un Mozart del poema. En 1998, las letras lucitanas fueron reconocidas con el Nobel a José Saramago.
Jorge Amado: el José Saramago, Vinicius de Moraes: Brasil en explosión. premio Nobel 1998. la garota y mucho más. |