miércoles, 15 de junio de 2016

¿30 AÑOS SIN BORGES?

*Escrito el martes 14 de junio de 2016.  8:23 hs.
Hoy, a treinta años del aniversario de su muerte, quiero recordar su grandeza con este simple post...
                                                             (ilustración de Horacio Sierra)


   Jorge Luis Borges, el mayor escritor del siglo, escribió que cada hombre es todos los hombres que vivieron antes que él, y profesó la pesadilla intelectual de ser él y ser los otros. Sorprendente genial, con sus deslumbrantes ajedreces estilísticos generó una estética única e inimitable, y abrió un sendero literario que con su muerte se cerró para siempre.
 
   Borges. ¿Qué más decir? Borges. ¿Queda alguna palabra mágica sobre él, una palabra mágica y jamás usada? Borges. Borges. Borges. Borges. Borges. Bor...
   Quería ser -son sus propias palabras- "el hombre invisible". Algo así como un ser astral, sin cuerpo, sin urgencias ni apetencias físicas, sin sudor y sin lágrimas. No un hombre concreto: sólo, apenas y magníficamente un escritor en estado puro. Jamás se imaginó -es más detestó la idea- llegar a tótem, a deidad, a leyenda, a mito argentino y, acaso, universal. Pero cometió el peor de los pecados (como lo confesó en uno de sus inmortales prólogos): no fue feliz. Entre otras cosas, porque millones comieron de él, de sus historias, de sus anécdotas, de su biografía oficial y no oficial, de sus infinitos autógrafos en infinitas ferias, de las mañanas y de las tardes que su cortesía les cedió en el departamento de Maipú y Marcelo T. de Alvear. Leer a Borges fue obligación primero y rito después.  No leerlo, pecado mortal. Decir "No lo leí" o "no me gusta" o "no lo entiendo" (supremo acto de sinceridad) fue anatema. Fue Borges presa de todos: del peatón anónimo de calle Florida, del taxista, del mozo de café, del periodista que se adjudicó (mentira...) su amistad, y hasta del mediocre plumífero que inventó un pobre poema, lo firmo Borges y lo colgó en la pared de un almacén. Imitado (mal) hasta la saciedad, erosionado por la fama, devorado por los medios, se fue a morir a Ginebra, y allá siguen sus huesos. Puede ser que los años -nunca el olvido- le hagan justicia. Que El Poema de los dones pese y valga más que una anécdota, un retruécano, una ironía borgeanos. Que El Aleph, Ficciones, Otras inquisiciones, El informe de Brodie, El congreso, el oro de los tigres le hagan definitiva justicia al hombre que no quería ser carne, sangre y huesos sino literatura. Sólo literatura. Amén.



la familia


                                                 
            Norah (su hermana), Jorge Luis a los 16 años, Jorge Gullermo (su padre) y 
            Leonor Acevedo (su madre). Año 1915. En la casona de Palermo. Después 
            mudanza a Adrogué. 





                                         Con su madre en Londres. Década de los 50. 
                                         Ya era célebre: su obra estaba traducida a diez idiomas.



sus amigos


          Con Adolfo Bioy Casares. Ya escribían juntos bajo el seudónimo Bustos Domecq.





Con el grupo de intelectuales de la revista Sur que fundó Victoria Ocampo.





Con Ernesto Sábato en un bar de San Telmo después de veinte años de enemistad.






sus mujeres


Con Estela Canto (a sus 25 años) en la Costanera Norte. Estuvo 
desesperadamente enamorado de ella.




Con Elsa Astete de Millán se casó a los 67 años pero su 
matrimonio duró lo que un papel en el fuego.




Con María Kodama -su última mujer- a punto de emprender un viaje
en globo. Esa curiosa experiencia le dictó también un curioso libro: 
Atlas. Brillante crónica de dos ambulantes.




   sus libros


                  Fervor de Buenos Aires, su primer libro. Publicado en 1923. Tenía sólo 24 años.





Primera edición de El Aleph. Beatriz Viterbo y Carlos Argentino Daneri:
personajes inolvidables del cuento homónimo.




Ficciones: obra imprescindible para acercarse y comprender el complejo
universo borgeano, más allá de espejos y laberintos.





Borges con Buenos Aires a sus espaldas: "No nos une el amor 
sino el espanto/ Será por eso que la quiero tanto". Verso inmortal.





  sus últimos días

En su amada ciudad de Ginebra. Aquí estudió en su juventud y más de una vez
dijo que sus restos descansarían en esa tierra. La profecía se cumplió.





Su tumba en Ginebra. Está junto a un árbol. El sobrio monolito es de granito puro.
Tiene como inscripción un fragmento de una remota leyenda escandinava. 
Visitar este rincón se convirtió para muchos viajeros en un rito de culto.



SIEMPRE VIGENTE por María Kodama (1999)

   Si el arte de la escritura consiste en permanecer vigente a través de los años, sin dudas Borges cumple por completo esa premisa. Aunque no fue un filósofo, toda su obra está empapada de ese pensamiento ya que, desde muy pequeño, sus padres lo formaron en distintas escuelas de pensamiento. Por eso a todo lo que escribió le dio un profundo sentido de lo ético, atrayendo a millones de lectores de distintas edades, concepciones y lenguas.
   Igual que las tragedias griegas, que uno las aprecia aun cuando fueron escritas hace cientos de años, los seguidores de Borges y los que lo leen por primera vez encuentran en sus historias un mensaje pleno, vigente y con una perfección de estilo que marcó y transformó la literatura contemporánea.
   A trece años de su desaparición, a los que lo conocimos de cerca no sólo nos queda el fruto de su pensamiento, también recordamos y extrañamos lo más vivo de su persona: su ironía, su humor tan particular, su infinita ternura, esa capacidad para conectarse lúdicamente con la vida y su enorme curiosidad y asombro, aún por las cosas más simples. Síntesis esencial de un hombre extraordinario que un día nos dejó pero que nos acompañará por siempre.