A mediados de la década de los 60 y con fuerza volcánica estalló el fenómeno de la literatura latinoamericana y su gran caballo de batalla: el llamado realismo mágico.
Carlos Fuentes: ganador de los premios Cervantes (equivalente al Nobel en idioma español) y Príncipe de Asturias, el novelista mexicano (nacido en Panamá en 1928-†2012), es autor de obras fundamentales como La región más transparente, La muerte de Artemio Cruz, Gringo viejo (llevada al cine), Orquídeas a la luz de la luna y Ceremonias al alba, entre otras. Prolífico, verborrágico, histrión y seductor en su vida personal. A pesar de que pasó varias temporadas fuera de su país acompañando a su padre, que era diplomático de carrera, su tema es el ser mexicano, al que expresó con profundidad y belleza. Su estilo es vigoroso y directo. Suele incurrir en arcaísmos, pero aun así su prosa es cristalina.
Guillermo Cabrera Infante: Cubano nacido en Ginebra (1929 †2005). Se nacionalizó inglés cuando se exilió en 1965, en disidencia con el régimen castrista, al que apoyó en 1959, cuando comenzó la revolución. En sus novelas, entre las cuales se destacan Tres tristes tigres, Vistas del amancer en el trópico, La Habana para un Infante difunto y Delito por bailar el chachachá, ejercita un humor cínico y muy efectivo y lleva los experimentos con el lenguaje hasta sus últimas consecuencias. En ellas subyace siempre el dolor del exiliado, porque invariablemente el tema es su Cuba natal. Su segunda pasión, luego de la literatura, es el cine. Fue un importante crítico y en la obras Arcadia todas las noches recopiló sus escritos sobre el cine universal.
Mario Vargas Llosa: Desde sus primeros cuentos (Los jefes) hasta sus estupendas novelas como Conversación en la catedral, La casa verde, o La guerra del fin del mundo, este peruano nacido en Arequipa en 1936, ganador del Cervantes, del Príncipe de Asturias y del Nobel de Literatura, deslumbró a los lectores. Político (fue candidato a la presidencia de su país y perdió contra Fujimori), se exilió voluntariamente en Londres y en España, país del que adoptó la ciudadanía. Su estilo, realista con toques permanentes de humor, es tan vigoroso como fascinante. Muchas de sus obras son autobiográficas y reflejan su intensa vida amorosa.
Juan Carlos Onetti: Uruguayo (Montevideo, 1909- †Madrid, 1994), Onetti dividió su vida entre su ciudad natal y Buenos Aires. Periodista, creador de Marcha (una revista literaria y política de avanzada) y ganador del Cervantes, sus mejores novelas hablan de la incomunicación y la desesperanzada de los habitantes de un pueblo imaginario llamado Santa María, influencia directa del Yoknapatawpha de William Faulkner. Novelas clave: El astillero, Dejemos hablar al viento, Juntacadáveres. Sus cuentos (El infierno tan temido es paradigmático) son auténticas obras maestras.
Alejo Carpentier: Los críticos literarios afirman que este cubano (La Habana, 1904-†París, 1980) es el padre del llamado realismo mágico latinoamericano: una línea narrativa que une la fantasía con la realidad y que hace de Carpentier el fundador del boom. Novelista, poeta, ensayista y musicólogo, soportó cárceles y exilios por sus ideas antifascistas. Entre sus novelas se destacan El reino de este mundo, Los pasos perdidos, El siglo de las luces, La consagración de la primavera y El acoso.
En su obra se destacan influencias africanas y del barroco francés.
Augusto Roa Bastos: Paraguayo (1917, †2005) y feroz enemigo de las dictaduras que azotaron a su país, es -además de un formidable escritor- el símbolo del perpetuo intelectual exiliado: pasó las tres cuartas partes de su vida fuera de su patria. Sus grandes temas: el drama político y social de Paraguay y el perfil de los totalitarismos. Premio Cervantes, son fundamentales sus novelas El trueno entre las hojas, Hijo de hombre y Vigilia del almirante. Pero el gran resumen de su literatura está en Yo, el supremo, basada sobre la vida y los hechos del dictador paraguayo José Gaspar Rodríguez de Francia.
DESPUÉS DEL FENÓMENO
por Tomás Eloy Martínez, 1999, (autor de Santa Evita)
Consultado acerca del fenómeno de la literatura latinoamericana, Tomás Eloy Martínez opinó: "El boom tiene su origen a fines de los años 50, cuando los escritores latinos se nutren de los norteamericanos (Hemingway o Faulkner). Los primeros en romper el fuego son Cortázar (Armas secretas, Rayuela) y Vargas Llosa (La ciudad y los perros).
Más tarde, García Márquez provocará una revolución cultural que sacará a la luz a muchos autores de habla hispana que, hasta ese momento, eran desconocidos. A su vez, los europeos consagran la obra de Borges y los medios de comunicación se encargan de despertar en la gente el apetito por personajes de ficción que hablan su mismo idioma.
Sin embargo, en el final del siglo, no perduran los efectos de esa fiesta literaria ya que hoy es muy difícil que un escritor latino tenga difusión de su obra en otros países. Tan sólo quedan algunos escritores que alcanzan notoriedad después de ganar un concurso literario. Así se dejan de lado a muchos talentos que esperan su oportunidad. La misma que hace cuarenta años tuvieron nuestros grandes maestros".