Aquí hay cuatro líderes. Veamos por qué...
El término malditos tiene dos paradigmas, aunque no de este siglo: Jean Arthur Rimbaud y Edgar Alan Poe. Malditos y geniales. Rimbaud dejó de escribir a los 19 años y se dedicó -entre otros turbios oficios- al tráfico de esclavos. Poe -alcohólico y de trágica vida- murió en la calle bajo un ataque de delirum tremens. Ezra Pound (1885-1972), monumental poeta, adhirió al fascismo, fue acusado de alta traición contra los Estados Unidos (su país), lo declararon demente y llegó al hospicio encerrado en una jaula. El británico Dylan Thomas (1914-1953), alcohólico, murió en una taberna tras decir "veinticinco whiskys no es mal récord...". Vladimir Nabokov (1899-1977, ruso nacionalizado estadounidense) llevó una vida casi bucólica (profesor de Literatura y coleccionista de mariposas), pero su novela Lolita -amor entre un cincuentón y una chica de doce años- lo alineó en el escándalo. Truman Capote (1924-1984) -alcohólico, drogadicto, homosexual- fue condenado por la high society norteamericana, de la que fue niño mimado, por las miserias de esa clase que reveló en sus novela Plegarias atendidas.